Dulces Georgianos

Dulces Georgianos

Tradicionalmente los georgianos prefieren como postre las frutas, bayas, frutos secos, vino o miel. En la cocina tradicional georgiana prácticamente no hay dulces. En otoño e invierno las confituras y frutas secas sirven como postre.

La mayor parte de los dulces georgianos son a base de nueces y frutos secos. Asimismo, en Georgia es posible encontrar otros postres como halvas, tartas dulces y tortas rellenas, los cuales son tomados de cocinas nacionales de otros países. Por ejemplo, las tartas dulces son de la cocina rusa y se preparan con una masa a base de manteca, pero se rellenan con dulces con nueces, tradicionales de Georgia.

Entre los dulces georgianos tradicionales, sin lugar a duda se ubica la churchkhela. Este dulce está preparado a partir del jugo de varias frutas, el cual se cuece formando una substancia espesa. Se colocan nueces o avellanas en una cuerda, se sumergen en este jugo y se dejan secar. La receta de churchkhela más conocida en Georgia proviene de las regiones de Kajetia e Imeretia.

La preparación de la churchkhela buena dura varios meses. La churchkela de Kajetia está hecha de uvas blancas. El jugo se hierve durante 30 minutos y luego se deja reposar por alrededor de 10-12 horas. Luego, se espesa el jugo con harina y se sumerge una cuerda con las frutas o frutos secos previamente hilvanados. Se retiran la ristra con los frutos secos cubiertos con el jugo espeso y se deja secar por 15-17 días. Finalmente, antes de servirse en la mesa, se madura por varios meses. Para este tipo de churchkhela se utilizan nueces, avellanas, pasas de uva, duraznos o damascos.

Otro de los pocos dulces georgianos tradicionales es pelamushi. Consiste en una densa gelatina hecha de jugo de uvas y harina de maíz. Pelamushi usualmente se sirve con nueces. Otro postre que cabe mencionar es el panecillo relleno kada y los cereales en jarabe baty-buty.

Kozinaki, una especie de caramelos chatos hechos de miel, son especiales para los georgianos y se sirven en las mesas festivas del primer día del Año Nuevo. La receta es bastante simple. Se fríen las nueces hasta obtener un color dorado y se añaden a una cacerola con miel o azúcar tibia. Luego, toda esta mezcla se divide en trozos desiguales.