Valle de los Castillos de Airakty, Mangystau
Airakty es un grupo de impresionantes montañas con afilados acantilados e inusuales grietas que parecen hechas a mano, pero que son el resultado del agua, el viento y el tiempo. Cada montaña parece una formidable fortaleza, sus aristas parecen torres, lo que les ha valido el apodo de "Valle de los Castillos". Este evocador nombre fue acuñado por Taras Shevchenko, escritor y poeta ucraniano, que se encontró exiliado en Mangystau a mediados del siglo XIX y también creó los primeros dibujos de estas montañas.
Dibujo de Taras Shevchenko, 1851
Formadas por piedra caliza, las montañas Airakty eran parte del antiguo lecho marino del océano Tethys (Tetis) hace unos 40 millones de años. La actividad tectónica elevó la tierra, las aguas retrocedieron y, con el tiempo, las fuerzas naturales empezaron a esculpir las capas de roca hasta darles su forma actual. Las precipitaciones y los vientos persistentes han transformado de forma espectacular las montañas, esculpiendo los increíbles relieves que vemos hoy en sus escarpadas paredes. Aunque ya tienen millones de años, la erosión continúa; dentro de mil años, sus formas habrán cambiado, y dentro de un millón, podrían haber desaparecido por completo.
La historia del tracto Airakty es relativamente modesta. Aquí se descubrieron petroglifos que datan de hace sólo unos cientos de años, dejados por pastores locales y cazadores de muflones (una especie de oveja salvaje). A veces, los lugareños se refieren al lugar como Zhairakty o Shomanai. Taras Shevchenko lo visitó en 1851 y lo documentó en sus notas de viaje.
Dibujo de Taras Shevchenko, 1851
A principios del siglo XXI, el arqueólogo Andrei Astafiev trató de llamar la atención sobre la zona creando una galería de geoglifos; con un tractor, grabó enormes dibujos en la estepa entre las montañas, visibles sólo desde arriba o a través de imágenes por satélite. La "palmera" de 150 metros de largo es un ejemplo excelente, inspirado en un diseño similar de la mezquita Shakpak-ata.
Prevalece la teoría de que las caravanas de mercaderes que recorrían la Gran Ruta de la Seda pasaron en su día por Ayrakty, y las leyendas incluso sugieren la existencia de tesoros enterrados en la zona. Hoy, arqueólogos aficionados y buscadores de tesoros, armados con detectores de metales, la visitan a veces con la esperanza de encontrar algo. Algunos incluso han desenterrado monedas antiguas.
Sin embargo, el verdadero encanto de la zona de Airakty reside en su belleza natural, el principal tesoro de este extraordinario lugar. La primavera es especialmente impresionante, cuando el valle se cubre de exuberante vegetación y flores, como los tulipanes (tulipa sogdiana). Se sabe que en el valle pastan caballos salvajes y muflones, mientras que al pie de las montañas se pueden encontrar tortugas y diversas criaturas pequeñas de la estepa. Los escorpiones son raros, pero los visitantes deben tomar precauciones básicas de seguridad, como asegurar las tiendas con redes y comprobar que los zapatos no tengan huéspedes indeseados.
Sin embargo, el verdadero encanto de la zona de Airakty reside en su belleza natural, el principal tesoro de este extraordinario lugar. La primavera es especialmente impresionante, cuando el valle se cubre de exuberante vegetación y flores, como los tulipanes (tulipa sogdiana). Se sabe que en el valle pastan caballos salvajes y muflones, mientras que al pie de las montañas se pueden encontrar tortugas y diversas criaturas pequeñas de la estepa. Los escorpiones son raros, pero los visitantes deben tomar precauciones básicas de seguridad, como asegurar las tiendas con redes y comprobar que los zapatos no tengan huéspedes indeseados.
Situada a unos 100 km al noreste de Aktau, o 180 km por carretera, la zona de Airakty se puede explorar en una excursión de un día, aunque su cautivador paisaje y sus interesantes formaciones rocosas podrían tentarle a quedarse durante horas, especialmente durante la hora dorada del atardecer.
Quienes deseen prolongar su estancia, pueden considerar un programa de viaje en Mangystau que incluya pernoctar cerca de uno de los "castillos" de la zona. Si prefiere un poco de comodidad, el etno-aul Kogen, situado a 10 km al suroeste, ofrece yurtas con aire acondicionado, sala de duchas, piscina y un restaurante.